Artículo originalmente publicado en Poder Popular el 11 de diciembre de 2018
Claudia Ochoa Gómez y Laura Mora Gómez | Desde Andalucía tras las masivas movilizaciones antifascistas y el auge de la extrema derecha, reflejado en los resultados electorales este pasado domingo, nos vemos en la obligación de repensar dicho movimiento. Profundizar en la lucha antifascista y tejer nuevas alianzas transversales dentro del marco político actual.
El ascenso de la extrema derecha es una realidad palpable en todo y cada uno de los procesos electorales producidos durante el último año en prácticamente todos los Estados (Brasil, Francia, Hungría, Estados Unidos, Austria, Alemania…). El Estado español se había mantenido al margen de dicha tendencia en las anteriores elecciones por varios factores, por un lado debido a que la extrema derecha española aún no había sido capaz de renovarse y seguía teniendo al Partido Popular como imán de dichos votos o el llamado voto útil y por otro lado la expresión vía opciones progresistas de los votos de protesta contra el sistema imperante. Unido a otros factores dificultaban el ascenso de la extrema derecha.
Las elecciones autonómicas en Andalucía, han sido las primeras elecciones de todo un conjunto de procesos electorales a diferentes niveles que han de darse de aquí a junio del 2019. Los resultados electorales en Andalucía serían el termómetro perfecto de cara a las elecciones futuras. En este contexto, nos encontramos unos resultados electorales que muestran un cambio con respecto a los últimos 40 años, por un lado se produce una ruptura con la hegemonía socialista en Andalucía y por otro, se produce un ascenso de la extrema derecha, y como ya pronosticaban algunos, Europa entró por Andalucía.
En este último año, VOX ha sido capaz de renovarse, dejando de lado su discurso más arcaico y renovando su dialéctica mediante las nuevas bases teóricas de la Nueva derecha (Nouvelle Droit) así cómo consiguiendo protagonismo en los medios de comunicación.
Ante esta situación se produjeron los días posteriores a las elecciones, un proceso de masivas movilizaciones en todas las provincias andaluzas, como respuesta al ascenso de la extrema derecha en una tierra de tradición socialista. Estas movilizaciones fueron bastante numerosas donde se consiguió dar una respuesta amplia, plural y multicultural, donde el perfil de los manifestantes era bastante diverso. A pesar de la diversidad de los participantes hay que destacar la multitud de jóvenes implicados.
Ante este proceso, los diferentes colectivos jóvenes de las diferentes ciudades, abrimos un proceso organizativo y asambleario, a través del cual se canalizó la indignación reflejada en las movilizaciones de los días anteriores. Dentro del conjunto de los colectivos participantes nos encontramos con un amplio abanico de ellos, por un lado los previamente existentes, así como la aparición de otros nuevos. Dentro de dicha pluralidad tenemos que destacar que uno de los sectores dinamizadores de las movilizaciones, como viene siendo frecuente en los últimos años, ha sido el movimiento feminista, el cual ha sido capaz de articular colectivos organizados que han podido gestionar este acelerado proceso llevando a la práctica la importancia de la transversalidad de las luchas.
Debemos destacar la importancia del trabajo del antifascismo desde diferentes luchas. Tradicionalmente el antifascismo ha sido trabajado por un perfil concreto de activista, sin embargo, la necesidad de trasladar un mensaje antifascista a los movimientos LGTBI o feministas es patente. Entender que el ascenso de la extrema derecha vulnera los derechos de estos colectivos es el primer paso para abrir un nuevo frente de lucha, plural y amplio, donde el antifascismo huye de su tradición más heteronormativa y masculinizada para crear un espacio cómodo para todas, sano y transversal.
Esto asienta las bases para articular un nuevo proyecto que dé respuesta a un nuevo proceso de movilizaciones juveniles entorno al antifascismo y al feminismo que ha surgido contra el ascenso de la extrema derecha. Se abre un nuevo proceso que vuelve a poner en valor la importancia de la organización de los movimientos sociales, procesos asamblearios gestionados principalmente por nuevos sectores juveniles que comienzan a politizarse.
Ante esta situación, no podemos flaquear. Los movimientos sociales, los cuales se encontraban en un fuerte momento de reflujo tras el periodo 15M, han encontrado una salida a dicho periodo, por lo que se abre un nuevo proceso de movilizaciones que nos permite de nuevo poner entre dicho las bases del régimen, que nos permite crear nuevas alianzas y un tejido organizativo dentro de las ciudades, centro de estudios y sobre todo dentro del sector joven más radicalizado.
Claudia Ochoa Gómez y Laura Mora Gómez son militantes de Abrir Brecha en Cádiz y Sevilla, respectivamente.